(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

Jan 29, 2008

La cuñadita

Empiezo a recorrer la amplia y polvorienta avenida frente a la puerta principal de mi hogar, estoy yendo a la panadería ubicada en la avenida Central para comprar la merienda vespertina, cada día recorro a pie el mismo trecho, se encuentra a unas siete cuadras de distancia y aproximadamente ocho minutos de caminata, durante el trayecto revolotea sobre mi cabeza un recurrente pesimismo acumulado en el curso de los últimos años junto a la añoranza de tiempos idos y perdidos.

Delante mío camina una adolescente de mas o menos diez y siete años, tiene largas piernas, cadera estrecha y fino talle, lleva puesto un pantalón ceñido al cuerpo que destaca su juvenil y fresco perfil, un cabello suelto como largo completa su “look”, caminamos en el mismo sentido y voy acercándome a cada paso, conforme lo hago desmenuzo su cuerpo tratando de idealizar cada parte de su anatomía, en realidad lo que trato de hacer es regalar a mis pensamientos estos deliciosos chispazos mentales cargados de sexualidad, imagino sus estilizadas piernas y la firmeza de sus nalgas, las curvas de una fina cintura que veo asomar con timidez debajo de un polo que cubre con precisión su espalda y zona abdominal, recreo en mi cabeza su redondo ombliguito adornando un vientre plano y duro como fibroso, vislumbro y hasta saboreo la tentación de poseer dos firmes, virginales e insolentes pechos que aún ni he visto.

En medio de la imaginaria idealización de esta chiquilla aparece en mi cerebro la antigua imagen de mi cuñadita, las relaciono de inmediato, la ocasional y desconocida transeúnte que ahora está a solo unos pasos y mi cuñadita, guardando tiempo y distancia, son muy parecidas, ambas tienen posturas, tamaño y contextura similar.

En la misma fracción de segundo que recordé a mi cuñadita vino a la mente el día que nos conocimos, y como no. Tenía programado ir a la playa con mi enamorada, debía recogerla de su casa pasar un momento por nuestro negocio y seguir luego hacia las playas del sur, cuando llegué me esperaba con su hermana menor, en ese entonces la cuñadita tenia diez y nueve “abriles” y muchas, muchísimas ganas de vivir, lo hizo saber apenas subió al auto, parecía sobre excitada y entusiasmada con el programa del día y no paraba de hablar, de reojo yo miraba a mi enamorada, pero su indiferencia me hizo saber que el carácter extrovertido de su hermana era lo que afloraba y que sin inhibición alguna esta mujercita quería demostrarlo. Esta nueva relación sentimental que había estrenado después de andar solo cuatro años colmaba mi ego, mientras yo cargaba sobre los hombros trentiocho años mi novia tenía ventiuno, a pesar de llevarle mas de diez y siete años teníamos mucho en común y nos complementábamos de manera ampliamente satisfactoria, este nuevo vínculo estaba en constante progreso y yo, yo feliz, o dicho de otro modo, enamorado.

La playa “El Silencio” estaba de moda, las mejores hembritas de Lima y los patas mas “fichos” frecuentaban sus arenas, era un lugar reservado, con mar cristalino y de concurrencia juvenil. A escasos metros de la orilla no había piso y se requería de una técnica especial o conocimiento del lugar para ingresar al mar sin ser revolcado por las olas, cuando estas eran grandes era bastante difícil ingresar y peor aún salir, llenarse la ropa de arena o ser golpeado contra la orilla era común, las chicas temían ya que las tangas arrancadas de sus cuerpos por el encrespado mar era bastante regular además de ser delicia del sexo opuesto y motivo de burla general. Llegamos como a las once, el mar estaba “chicha” (léase manso), rara vez sucedía y las dos hermanas festejaron el hecho.

Apenas llegamos tendieron sus toallas y se echaron para tomar sol, era un día excepcional tanto por el mar como el sol, debido al recalcitrante calor cada quince o veinte minutos entraba al agua, me refrescaba y regresaba junto a ellas, en alguna oportunidad me acompañaron las dos y en otras ninguna, también hubo las veces que solo una de ellas lo hizo, precisamente en una de esas oportunidades entré con la cuñadita. Sin mucho trámite corrí desde el lugar donde estábamos instalados y entré de un salto al mar, avance unos metros buceando y al salir estaba sin piso y, solo. Mi cuñadita recién se mojaba los pies mirando hacia donde me encontraba, la inste a que ingrese, cuando lo hizo entró de una zambullida y llegó también buceando a mi lado, inmediatamente y con mucha vitalidad como rapidez se puso a mi lado, con sus dos manos tomo mi cabeza y la hundió, me deje llevar pero estando dentro del agua jale sus pies, forcejeo un poco pero igual termino bajo nivel, al reflotar una elocuente y mutua sonrisa acompaño la fresca mirada que nos dimos, grite hacia la orilla llamando a mi novia pero fue inútil, ella no escuchaba.

Seguimos braceando juntos hasta alejarnos mas de la orilla, unos treinta metros, algo cansados dejamos de nadar, sin decir nada con un brazo me rodeo el cuello y se apoyo para descansar, nuestros pies y muslos rozaban, tenerla cerca fue excitante pero estaba confundido, podía ser una treta de ellas así que estuve quieto, pasaba el momento y la cuñadita seguía pegada, entonces sentí necesidad de tomarla por la cintura, cuando lo hice se pegó mas y atenazo mi tronco con sus piernas, sentí su delgado y firme cuerpo pegado al mío, un muslo a cada lado y una mirada que me decía “aquí estoy”, yo derretido de placer y ansiedad, realmente una sensación espectacular, seguimos unos momentos mas juntos, sin hablar pero sintiendo nuestros cuerpos pegados y sin intención de separarnos, al rato le insinué ir a la orilla, accedió y nadamos uno al lado del otro hasta llegar a la playa.

Habían pasado más de tres horas y debíamos regresar a Lima, el mar nos abrió el apetito pero no queríamos comer ahí, tomamos una cerveza helada y partimos, quedamos en pasar por mi casa, darnos un baño para sacar la sal del cuerpo y pedir algo de comida. El regreso fue alegre y divertido, programando un próximo fin de semana fuera de Lima en compañía de la cuñadita. Apenas llegamos a casa cada una de ellas entró a un baño mientras yo ordenaba la comida, primero salio mi novia avisando que debía ir donde unas vecinas a cobrar unos productos que les vendió, que podría demorarse, le dije que no se tarde mas de cuarenta minutos ya que la comida llegaba en ese tiempo, se retiro y quedamos solos, mi cuñadita y yo.

Al salir del baño solo tenía puesto un cortísimo short que cubría escasamente sus nalgas y un top que hacia lo mismo en sus senos, estaba de lo mas cómoda sin ropa interior, el pelo mojado y pegado a su cabeza hacia resaltar sus enormes ojos, la piel bronceada por el sol le daba un viso naranja a su piel, estaba para comérsela. Le ofrecí poner música y esperar la comida pero ella sugirió poner un video musical en la tv, y verlo en el dormitorio, estaba fascinada por la cama de agua King size que tenía en mi cuarto, lo hicimos así, cuando me recosté ella se fue al otro lado y se acomodó, solo tenerla a mi lado produjo una incipiente erección que trataba de asolapar, ella que era recontra mosca se dio cuenta y empezó a fastidiarme, con gracia y algo de disfuerzo rodó por la cama hasta quedar casi montada sobre mis piernas, la tenía junto a mi y con un muslo sobre mi pierna, levantó la mirada poniendo lenguaje a sus ojos, me decían “cómeme”.

Dude pero la tentación de saborear esta bellísima puber me venció, acaricie su rostro mientras soltaba una gruesa trenza que hacia resaltar su reluciente cabello, con una mano tome su hombro mientras la yema del pulgar jugueteaba en su mentón, ella quietecita miraba impaciente, seguí bajando la mano hasta llegar a sus pechos, los dos nos mirábamos fijamente esperando cada uno un ataque feroz del otro, cuando mi mano cubre todo el seno y con el pulgar fricciono su pezón ella empieza a reaccionar, sus manos fueron directo hacia mi pene, sobre el pantalón y con la mano abierta lo tomaba, apretaba y recorría, era momento de besarla e iniciar con mas decisión esta ya iniciada sesión sexual, con lengua y labios atendía su cuello, lo hice hasta llegar a su oreja, apenas sintió el músculo bucal ingresar y mojar su oído dio un sobresalto, empezó a gemir, primero suavemente hasta hacerlo con bufidos estruendosos, era uno de los lugares donde sentía mas estímulo sexual, la puso calentísima, casi de inmediato modifico su actitud, asumió una totalmente activa, de frente bajo su cabeza hacia mi short, yo ni me había bañado y tenia el cuerpo con sal sin embargo ella siguió, me saco la prenda y se abalanzó metiendo en su boquita tremenda “herramienta”, atolondrada y casi desesperada estaba chupando, besando, lamiendo y hasta escupiendo la “pieza” que tenia al frente, se banqueteaba mientras yo me quede quieto mirando y gozando con las piruetas de mi cuñadita.

Con estilo se fue acomodando hasta dejar su conchita sobre mi boca, ya estábamos desnudos, yo boca arriba y ella sobre mi de rodillas, la doble mas agachándola y quedo vagina y ojete frente a mi boca, esta viperina lengua que se usar mejor en la cama que en un dialogo puso a la cuñadita en las nubes, lamía su vulva mientras mi boca apretaba sus labios vaginales, luego introducía mi lengua en su ojete hasta hacerla saltar de arrechura, seguimos por unos momentos hasta que pidió la penetre, quería sentir el grueso pene que por bastante rato chupó dentro de ella.

Sentado sobre la cama y con los pies hacia adelante la acomode frente a mi, cara a cara, la fui acercando de a pocos, conforme va aproximandose la penetro. Ya estaba super mojada, sus fluidos habían remojado con creces el "tesorito" guardado entre sus piernas, la penetración fue rápida como deliciosa, sentir el calor humedo de su conchita junto a espasmos y movimientos circulares era riquísimo. Para ella igual, cuando tenía el pene al fondo yo hinchaba la cabeza haciéndola pronunciar un largo como sugerente gemido de placer, en cada oportunidad, recordaba los momentos que se atenazó a mi cuerpo en el mar. Sentir su torso desnudo junto al mio, sus pechos presionados contra mi y su rostro con una expresión lasciva exhaltaba aún mas mi arrechura.

En ese momento llegue a la panadería y mis recuerdos se esfumaron en un "triz", seguí mi rutina diaria para luego a regresar a casa, cuando volvía escuche a una vecina decir:

¡Que le pasa a este viejo, su cara tiene una inusual mueca, entre sonriente y feliz¡

2 comments:

Unknown said...

O:MG!

Carlos Caillaux said...

carmendelly (ciosa, diosa), halagado por tu visita y contento por la seña dejada. Tu mensaje me hace recordar el chiste sobre el chico que va a comprar condones y la dependiente le informa: tenemos en tamaño chico, mediano, grande y OMG (oh my god); siempre con buena onda puede ser tb: "oye me gustó". Si me equivoco desasname