(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

Feb 4, 2006

Marita

Este es un añejo relato, sucede en el verano de 1965, tenía 14 años, transitaba entre la pubertad y la adolescencia. Con toda la familia era costumbre pasar los tres meses de verano en la playa, bajo el mismo techo tres hermanos hombres con sus esposas e hijos, yo era el primogénito del mayor de los hermanos y primer sobrino de la familia, el resto de mis primos, mucho menores, contaban aún con amas para su cuidado. El excesivo calor de ese verano nos motiva a vestir solamente con ropa de baño, casi todo el día e incluso en las primeras horas de la noche los hombres de la familia solían usar shorts sin nada en el torso, las chicas, tías o primas siempre con ropa muy ligera, ya era el tercer año que se alquilaba una gran casa en el balneario de Pucusana a 60 Kilómetros de Lima y la camaradería era el denominador común entre todos.

Durante un almuerzo a principios de Enero tuve un cambio de palabras con mi madre, terminé irritado y por supuesto castigado en mi habitación, traté de descansar para moderar mi cólera, me estaba quedando dormido cuando siento unos golpes en la puerta del dormitorio, respondí de mala gana pero me sorprendí cuando me responde la voz de mi tía Marita, una hermosa mujer de 34 años con un cuerpo realmente espectacular, de vientre plano y firme, cintura pequeña y caderas en forma de pera, me enloquecía y eso que recién empezaba a experimentar o despertar mi vida sexual, la tía Marita fue la primera fijación sexual que recuerdo y expectante estímulo de mis primeras masturbaciones. Nervioso y curioso le dije que pase, cuando entró cerró la puerta, se acerco a mi cama para animarme, me encontraba en posición fetal, la sorpresa de su presencia me dejó paralizado, empezó a hablar suave y me pidió ser mas tolerante con los mayores, entre extasiado y asombrado por su comportamiento me limité a escucharla, ella al darse cuenta que me quedé estático en la cama tomó la iniciativa y me pidió arrimarme para ella acomodarse, con ingenua sumisión le hice caso, se recostó a mi costado y siguió hablando, en algún momento que no puedo recordar su mano ya acariciaba mi pierna, específicamente el muslo, el timbre de su voz me arrullaba, era femenino y sensual, yo no atinaba a moverme ni prestaba atención a lo que me decía, solo miraba extasiado su cintura y vientre que estaban frente a mi rostro, el bikini que llevaba puesto mostraba sus curvas, la firmeza de una piel dorada por el sol, sus pechos redondos y turgentes oscilaban suavemente cada vez que decía algo, los pezones resaltan sobre la lycra multicolor que tiene puesta. Fue como un momento en blanco de mi mente, de repente yo también tocaba sus pantorrillas, ella con un coqueto mohín asintió como agradeciendo mi osadía, tomó mi mano y la dirigió hacia sus caderas, yo empezaba a respirar con mas agitación y una erección se comenzó a pronunciar, mi ropa de baño se abulta en la entrepierna. Trate de disimular lo evidente pero ella nuevamente toma la iniciativa, acerca la mano que tocaba mi muslo hacia el short, con suavidad y destreza introduce sus dedos tocando mi pene, sonriendo dice, Rodrigo que grueso y grande lo tienes. Yo, lleno de placer y confusión solo atiné a seguir recorriendo sus caderas, no hablé pero me di cuenta que a ella le producía un gran placer tocarme y sentir le erección que ya estaba en toda su potencia. Con la gracia y agilidad de un felino acerca su cara al short y sobre la ropa empieza a morder con dulzura el miembro que tenia frente a sí, yo solo quede atónito y boquiabierto por su intrepidez y dominio del momento, abrió el short y exclamo en voz alta ¡que rico¡ y empezó una interminable secuencia de lamidos, gemidos, succiones y atragantamientos con el pene que tenía enfrente, no se cuanto tiempo pasó, para mi fue una esplendorosa eternidad pero con la misma rapidez que empezó todo nos sorprendió una eyaculación descomunal , parte de ella fue tragada y otra salpicó por su cara, lechada espesa y blanquecina recorría su cara. Rápidamente se levantó, me pide una toalla y se limpia, con una sonrisa que nunca vi antes en ella, termina de limpiarse y me dice, “este verano será muy agradable para ambos, ¿verdad?” yo, aún pleno de pasión pero entre confuso y avergonzado solo pude decir, si, claro, tía, inmediatamente replico y me dijo, cuando estemos solos dime Marita, asentí con la ilusión y seguridad que esta aventura iba a ocupar mis pensamientos y mejores momentos de ese verano.

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