(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

Feb 1, 2006

Aventura de verano

Esta empezando a llover, durante los meses de Diciembre y Enero acostumbra caer en Lima una lluvia inusual, son los chubascos de verano, duran poco tiempo y coinciden con el inicio de lluvias en la sierra, me dirijo a mi empresa, trabajo en el Km. 46 de la Carretera Panamericana Sur frente a playa San Bartolo, para evitar un accidente reduzco la velocidad de mi automóvil, puedo entonces distraerme observando el húmedo paisaje y/o los jóvenes que acostumbrar “tirar dedo” para llegar a su playa preferida. Dos chicas me hacen señas con bastante notoriedad y elocuencia, intuyo que la lluvia impulsa sus pretensiones, me detengo unos cincuenta metros delante de ellas y espero, se acercan casi corriendo e ingresan al auto sin preguntar adonde voy, agradecen la atención mientras les explico que estoy cerca a mi destino, manifiestan que les molesta la lluvia y solicitan ir conmigo hasta donde pueda dejarlas, con un gesto del rostro acepto, me percato que mi actitud les agrada y transmiten su alegría con palmadas de cariño. Son dos rubias de aspecto universitario, sus edades oscilan entre 20 a 25 años, se encuentran escasamente vestidas con zapatillas deportivas, shorts muy pequeños y la parte superior de sus bikinis, cada una lleva además bolso de playa.

Las dos se acomodan adelante, son bellas y afectan mi tranquilidad, la que sentó en la ventana tiene un “discman” prendido, se halla con auriculares en sus oídos y abstraída escuchando música, la otra, a mi lado habla sin parar, la interrumpo para preguntar sus nombres, Ada y Melisa me responde, indicando con su mano quién es quién, estiro la mía y saludo formalmente, Melisa, junto a mí, ríe besando mi mejilla, Ada me brinda un beso volado. Al preguntarle a que playa se dirigen me repreguntan donde voy e inmediatamente después ofrecen acompañarme hasta que la lluvia termine, con una venia accedo sin pensar, luego en silencio analizo mi decisión y deduzco que los senos de Melisa me impulsaron aceptar, por el rabo del ojo los observo, son enormes, turgentes y provocadores, además sus largas y torneadas piernas que rozan mi muslo así como su estilizada cintura lo ameritan ampliamente, esta hembra a mí lado, me hace elucubrar pensamientos eróticos, por su lado Ada además de un cuerpo escultural, tiene una mirada sensual y distraída, solo escucha música pero sus verdes ojos trastornan mi ecuanimidad.

Llego a mi negocio, les pido a este par de “bombones” esperen en el auto e ingreso a mi oficina, realizo un par de llamadas telefónicas, solicito la presencia del administrador indicándole la necesidad de salir de inmediato, regreso al automóvil arranco y le indico a Melisa que las llevaré hasta la playa donde tenían pensado llegar, accede con una sonrisa y ofrece un beso que pretende rozar mis labios, presumo su intención y con un pequeño giro de mi rostro recibo el beso en la boca, nuevas risas de esta hermosa mujer que rápidamente entiende mis intenciones y propone esperar el fin de la lluvia estacionados en alguna playa que escoja. El tiempo de trabajar por esta zona me permite conocer algunas playas escondidas, arribamos a una que se encuentra después de Pucusana, se llega a través de campos de cultivo por una trocha de chacra, esta junto a granjas de pollos y por lo general durante la semana se encuentra sin bañistas. Estacionamos cuando aún continua la lluvia, Ada ya había apagado su equipo, resulto tan habladora y alegre como Melisa, en pocos minutos hemos tocado temas que van desde el clima ese día, a las bondades de temperatura en la costa peruana, sobre la depredación que efectúan algunos pesqueros y hasta del hentai y/o anime. Este par de muchachitas eran un torbellino que no dejaba de sorprenderme.

Conversan en voz baja entre ellas y proponen un juego para pasar el momento, consiste en hacer preguntas capciosas para obtener respuestas inmediatas y veraces, el error o demora se paga con un castigo, por la amplitud que ofrece el asiento posterior nos reubicamos, recostamos los respaldares de los asientos delanteros y creamos un espacio mayor, mi cerebro elabora probables encuentros sexuales. Por supuesto que ellas conocían el juego al dedillo, casi siempre era quién terminaba perdiendo, mi castigo era optar por entregar una prenda o traer algo distante de la playa, comprenderán que escogía sacarme una prenda, cuando ganaba exigía besos o prendas, en pocos minuto, después de numerosos besuqueos inocentes y otros no tanto, incluso entre ellas, terminamos todos desnudos, eran hermosas, desinhibidas y naturales, se desenvolvían con una tranquilidad que superaba mi comprensión, me sentía un poco cohibido con estas fabulosas mujeres totalmente desnudas pero obrando como si yo fuera otra íntima amiga, conciente de tener un miembro grande, grueso y con una inminente erección traté de inquietarlas orientándolo frente a ellas, su desinterés me puso nervioso, pretendiendo retomar la iniciativa y esconder mi confusión expandí los pulmones sumiendo el vientre para esconder algunos kilos de exceso, ellas se dan cuenta, ríen y me fastidian haciendo cosquillas mientras continúa la charla; dentro del auto el calor del verano hace sudar, cuando abriamos las puertas para ventilarnos cesa la lluvia, como resorte salen, corren hacia el mar y me llaman para bañarnos juntos, la naturalidad de su comportamiento me tenia sorprendido, jugueteaban entre ellas, corrían por la orilla, se zambullían o flotaban mostrando sus culos o tetas, me hundían o corrían olas para alejarse de mí, retozan entre la inmensidad del mar y la tranquilidad de una playa solitaria a su disposición. Regresando hacia el auto Ada se acerca y con mucha seguridad afirma que seré testigo de su amor, me pasaron muchas ideas por la mente, persiste mi desconcierto, luego pregunta si me molestaría verlas tener sexo sin yo participar. Eran lesbianas y recién entendía. No tuve reparos en aceptar.

Luego de secarse tienden una gran toalla en la arena, me invitan a sentarme cerca y se recuestan, empiezan a besarse, primero en sus labios, con mucha ternura que en seguida se transforma en pasión, se fueron animando, bajan por el cuello y hombros hasta los senos, aquí se deleitaron mutuamente por un largo rato, bajan luego por el ombligo hasta llegar a la zona púbica, se reacomodan y empieza una orgía de besos vaginales, esto provoca gemidos, gritos agudos, sonrisas y miradas, todo con fogosidad pero también dulzura, Melisa abraza los muslos de Ada mientras su lengua recorre la vulva de su pareja, al mismo tiempo Ada recorre con sus manos las piernas de Melisa, llega a los pies, flexionaba sus piernas para juntar los talones con los muslos, verlo era excitante. Advertí que tenía mí verga dura y ardiendo, empecé a masturbarme, ellas me ignoran prolongando su faena. Sentir, observar y oír su entrega, entusiasmo y suspiros me asombra, la pasión de Melisa, sensualidad de Ada y los sonidos que emiten sus cuerdas vocales incitan mi participación pero respeto lo acordado. Siguieron un rato mas, el amor que se prodigaban era alucinante, nada que ver con la copulación que vemos en una “porno” donde el acto es mecánico y frívolo, estas hembras irradian o transmiten el placer y frenesí que sienten , al rato se reacomodan y entrelazan sus piernas hasta provocar la unión de sus vaginas, inician un vaivén que poco a poco crece hasta finalizar en movimientos toscos pero erotísimos, yo seguía con mi masturbación pero con esperanzas de ser atendido en algún momento, ellas permanecen consumando su relación, por unos minutos siguen hasta que la excitación acerca sus orgasmos, un poco antes de terminar me llaman a su lado, ambas me abrazan clavandome sus uñas en la espalda, al mismo tiempo que fluidos riegan sus vaginas, al terminar se dan un amoroso e interminable beso, luego me miran, se miran, asienten y empiezan a masturbarme, mientras Ada oprime la verga y realiza el vaivén masturbatorio, Melisa acaricia mi escroto, aprovecho para tocar y acariciar sus pechos, estos me habían fascinado desde que subieron al auto, ella se deja tocar, me regala una sonrisa y un gesto morboso con su lengua, Ada mientras, besa mí cuello, baja hasta mis tetillas, y las muerde ligeramente, mirá fijamente mis ojos, el radiante verde de su iris es apasionante, la arrechura que ofrece su mirada y los gestos que me hace con la boca junto a la masturbación me provocan una sorpresiva eyaculación, sale un chorro de leche que sube mas de un metro, provoca una lluvia seminal que termina rociándolas, risas y muestras de cariño. Había terminado una experiencia inédita para mí, pero también sumamente excitante.

Nuevamente ingresamos al mar, nos refrescamos e iniciamos el retorno, intercambiamos números telefónicos, hicimos promesas de futuras reuniones y las dejo en Punta Hermosa, otro balneario cercano.

Que día, que tal vivencia, inolvidable pero con sabor a poco, tener conmigo dos hembras tan hermosas como Ada y Melisa sin poder efectuar una penetración me tiene picón hasta hoy.

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