(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

May 30, 2008

El matriarcado de las swinger´s

Salimos pasadas las diez luego de una intensa sesión de aseo personal, nos dimos el tiempo necesario para atender cada detalle y así colmar nuestras expectativas, queremos sentirnos como lucir bien para interactuar bajo el amparo de una excelente presencia; ahora que vamos saliendo no puedo mas que observar nuestra esmerada pulcritud y fino gusto aunque es mas relevante la predisposición que ambos mostramos.

Mas curiosidad que nervios se percibe en el auto mientras nos dirigimos hacia nuestro destino, vamos conversando como proceder, se ratifican las pautas convenidas para tratar de estar juntos pero si llegamos a separarnos y uno quiere llamar al otro establecer una contraseña, el silbido que cada día utilizamos para anunciar nuestra presencia es la señal escogida.

Conforme recorremos la iluminada ruta que nos lleva hacia Santa Beatriz aprovecho para elogiar la sugerente facha de Mirella, quiero manifestar cuan atractiva luce, una ceñida falda muy corta delinea las exquisitas formas de su cadera, hace ver mas largas sus espigadas piernas pero además enseña con insolencia dos firmes y deliciosos muslos; sus diminutos pies calzan tacos número nueve, con ellos pronuncia un descarado viso de voluptuosidad, la vaporosa blusa de seda que lleva puesta esconde con sutil elegancia sus rotundos pechos, la turgencia y volumen se pierde entre diseños difusos o precisos colores, con su larga cabellera ha formado una gruesa trenza que adrede acomoda sobre los senos, un coqueto cerquillo que no acostumbra usar le da un arrebatador toque juvenil, el conjunto es contundente, su excelsa belleza es excitante. Mirella exuda sensualidad en cada movimiento, irradia erotismo con autentica naturalidad, a su lado me siento un poco disminuido, mi edad y peso no guardan relación con el suyo.


Estoy muy emocionada y algo ansiosa, hace algún tiempo quiero experimentar en intercambios pero minimizando riesgos, hoy vamos decididos después de comprobar en detalle esta aventura. Jorge es muy liberal, siempre alentó mi espíritu rebelde, la autonomía que practico e intrepidez que me caracteriza, mi marido admira mucho la naturalidad de mis acciones y convicción que transmito, además siempre me lo hace notar. Para mi es una palpable muestra del amor que me profesa y mejor aliciente para seguir igual, como naturalmente soy.


Compre ropa bastante explícita para esta reunión, busco ser atrevida, sensual y atractiva, arañar la irreverencia o hasta aproximarme a la vulgaridad, quiero provocar, percibir lo que sienten quienes están a mi lado, concentrar la atención de hombres y por que no, de mujeres también, precisamente esta velada es la ocasión de hacer lo que pretendo. La mini es bastante corta pero exactamente como quería, muestra e incita, los tacos altos y el nuevo peinado me hacen ver diferente, quería sorprender a Jorge y vaya que lo he logrado, su asombro inicial junto a la posterior adulación confirma lo que digo, disfruto en extremo ser su musa, mujer, compañera y amante.


Nuestro debut en la fiesta swinger de este novedoso club virtual es el corolario de sucesivas conversaciones y desestimadas convocatorias, algo mas de dos meses de consultas e invitaciones se cristalizan hoy. Antes hemos tenido experiencias en tríos pero siempre con amistades y luego de estimulantes noches de "juerga", nunca intentamos salir con extraños, menos ir a lugares públicos, esta oportunidad se fue gestando en el curso de varias semanas.

Una fresca noche nos acompaña, a pesar del intenso verano que soportamos
la brisa que sentimos mantiene frescos nuestros cuerpos, mientras nos acercamos a la dirección acordada observamos que corresponde a un edificio que solo tiene encendidas las luces del "Pent-house", el resto del inmueble se encuentra en completa oscuridad, ya nos habían adelantado que alberga numerosas oficinas que a media tarde quedan vacías. Ingresamos directamente por el garaje, a través del intercomunicador recibimos instrucciones para dirigimos al espacio signado con el número catorce, al momento de cuadrar le pregunto a Mirella como se siente y ella me responde de manera espontánea y con desparpajo, arrecha Jorge, arrecha, con un reflejo instantáneo, casi inconsciente retruco, querida, estamos; mientras caminamos hacia el ascensor nos revisamos mutuamente y sonreímos.

Poco antes de llegar a nuestro destino se apaga el elevador, la imprevista oscuridad nos bloquea la vista, solo distingo un ínfimo reflejo de las pupilas de mi mujer, al llegar una luz de color rojo intenso perturba la visión, conforme se adaptan nuestros ojos empezamos a visualizar hacia un lado un destello intermitente que llama nuestra atención, nos dirigimos en esa dirección tomados de la mano, al llegar donde titila la luz de improviso sale desde la oscuridad una hermosa joven, con salamería nos saluda, lleva puesta sobre la cara una pequeña máscara con diseño felino que solo cubre sus ojos, un singular tocado que asemeja dos atigradas orejas completa su arreglo facial, en el cuerpo lleva puesto un enterizo de "lycra" pegado al cuerpo que asemeja una piel de tigrillo, gruesa cola que nace del coxis y remata graciosamente en un pompón ovoide que roza el suelo completa su disfraz.

Con dulzura e infantil gracia nos pregunta nuestro nombre, revisa en su lista y se da media vuelta mientras nos dice, vengan conmigo, ambos estamos absortos por la belleza de esta joven mujer, mientras camina la seguimos embobados, mirando el vaivén de su larga cola y una estrecha cadera , la plasticidad que ofrece el conjunto brinda una sensual armonía que suscita provocación, estamos exaltados, lo poco que hemos visto nos sorprende favorablemente, la incertidumbre inicial se está transformando en excitación, curiosidad y ansiedad. En pocos segundos llegamos a una barra de bar, ahí la chica nos ofrece un cóctel de bienvenida y presenta a Romualdo, el organizador de este evento y dueño del local. El hombre se presenta, saluda y detalla algunas pautas básicas, explica sobre los distintos ambientes disponibles y al final agrega con firmeza, levantando un tanto la voz, recuerden que siempre son ellas quienes deciden, mientras señala con el índice el rostro de Mirella, prosigue, el hombre puede proponer pero solo las mujeres disponen, ahora me mira esbozando una sonrisa. Para mis adentros pienso, es el matriarcado de las swingers

Existen tres barras en un salón que alberga una diminuta pista de baile al medio, un corredor exterior permite circular de barra en barra sin interactuar con los parroquianos, por lo general son los principiantes quienes transitan o miran desde ahí, sirve para ir aclimatándose. Cada mostrador tiene nombre y es atendido por chicas con vestimenta similar a la hermosa gata que nos recibió. Además existen ocho ambientes privados para las sesiones orgiásticas, están numerados, así indican la capacidad de cada pieza, los de la barra de principiantes son para dos o tres parejas y llevan ese número sobre la puerta, los otros van incrementando su capacidad hasta llegar a los más avanzados que albergan sin problema hasta diez parejas.

Hacemos juntos un rápido recorrido por el corredor donde nos cruzamos con otra pareja de novatos, solo intercambiamos un saludo gestual y seguimos. La barra de primerizoa está vacía, la intermedia acoge una desinhibida pareja que conversa de manera espontánea con la chica de la barra, en la última tampoco vemos a nadie pero notamos que hay una lucecita azul encendida en medio de una puerta, intuimos que dentro hay personas gozando o desarrollando su particular mixtura sexual.

Animados por el orden, organización y la emergente excitación entramos a la barra intermedia donde charla la pareja mencionada, tras la barra hay un coqueto cartel con la denominación "Afrodita, diosa del deseo y amor". Apenas entrando saludamos y pedimos dos tragos, Mirella solicita una piña colada, yo un pisco sour, la pareja nos sigue con la mirada, observan y asienten brindando un discreto saludo, ella nos regala una encantadora sonrisa y el hombre un cordial gesto, casi de inmediato con educada sutileza nos abordan, se dan cuenta que somos nuevos, nos lo hacen saber. Ella es una mujer de unos cuarenta años, tiene inequívocos rasgos amazónicos, su rostro y cuerpo tienen la típica morfología de las mujeres de esa región, cara con pómulos marcados, cuerpo de cintura estrecha y caderas generosas, es alta, delgada, bella, extrovertida, elegante y afable, su pareja luce un poco mas joven, es un inconfundible metrosexual, impecable en su atuendo y presencia, cabello bien cuidado, corto y bien peinado, un cuerpo sin exceso de grasa, músculos bien delineados, porte varonil, parece un futbolista en optimo estado físico, tiene piel cobriza, hombros anchos, cintura estrecha, su rostro es de corte cuadrado y es tan alto como ella, lleva puesta una camisa de fino "chalis" junto a un ceñido jean, Mirella ya me pellizco el brazo haciendo un imperceptible guiño como gesto de aprobación.

Recién están sirviendo los tragos que solicitamos y la conversación ya es fluida, ella empieza elogiando mi “look”, esta encantada por la falda que llevo puesta, lo bien me queda, la combinación del conjunto escogido y el arreglo del cabello, su conversación es festiva pero refinada, alegre e interesante, la inmediata química que surge entre nosotras es evidente. He tomado la mitad de mi piña colada y ya percibo el interés que le suscito, mientras conversamos acomoda un mechón de mi cerquillo para luego recorrer con dos dedos desde la sien hasta el mentón, envuelve o presiona mi rodilla con la palma de su mano cuando hago un comentario gracioso, al sonreír. Yo mantengo una actitud pasiva pero por dentro estoy como un horno encendido, cada vez que asume su papel seductor me escarapelo y la piel se me pone como "carne de gallina", este asunto va muy bien, lo estoy disfrutando.

El "futbolista" y Jorge, a escasos centímetros de nosotros también conversan animados, atropellan sus palabras como si fueran amigos de mucho tiempo, de cuando en cuando sentimos que nos espían y con un mohín compartimos sus arrebatos, ambas dibujamos sonrisas con la comisura de nuestros labios revelando la complicidad que surge entre nosotras, un sugestivo juego de señas eróticas inunda la barra, somos conscientes que las estamos desarrollando en subliminal armonía. Casi al finalizar nuestros tragos llegan dos nuevas parejas, mi ocasional amiga cambia miradas con su pareja e inmediatamente pide mi opinión sobre su hombre, si me gustaría bailar con él para conocerlo, también se ofrece para bailar con Jorge. Acepto sin siquiera pensarlo, justo cuando estamos pidiendo el segundo trago ella se levanta y estira su mano para bailar con mi "viejo", en ese momento siento algo de confusión por quedarme sola pero antes de resolver mi turbación ya fue tomada mi mano y estoy siendo llevada hacia la pista de baile.

Música lenta, moderna y en volumen moderado brinda una cálida atmósfera, la tenue luz permite observar sin problemas a mi flamante pareja, cruzamos miradas a la vez que empezamos a bailar sin perder contacto visual, una expresión de relajada conquista veo en sus ojos, yo le obsequio apasionada entrega con los míos, rodea mi espalda con sus manos, cada palma envuelve y me ciñe del torso, a la altura de las costillas, transmite una masculinidad que enciende las inflamadas ilusiones que anhelaba encontrar en este lugar, en sus brazos floto y me dejo llevar.

Tengo las manos entrelazadas alrededor de su cuello, aprovecho para acomodar mi rostro sobre su pecho, quiero oler, aspirar su humor, ojear y sentir su pétrea musculatura, ya debe percibir la turgencia de mis senos que se aprietan contra su pecho. Es un macho joven e imponente, corpulento y viril, me hace arder de pasión, estimula mis deseos e intenciones de liberar la contenida sensualidad que planeaba desfogar en este lugar. En tanto él me susurra dulces adjetivos respecto a mi rostro, cabello o piernas aprieta mi cuerpo contra el suyo, ahora estoy segura que advierte la excitación que tengo, el deliberado roce de mis tetas y la creciente lujuria que empiezo a mostrar. Además de estar disfrutando a plenitud cada instante exhibo sin temor la sensualidad que aflora cuando toco este musculoso cuerpo, tanto que empiezo a sofocarme, mi excitación ya es advertida por quienes estamos en la pista de baile,

Necesito estar mas cerca, me pego y aprieto contra este hombre, él aprovecha para bajar sus manos hasta mi cintura, casi levantándome en peso me arrima aún mas, ahora siento su duro pene presionando el pantalón, como tratando de salir del oscuro encierro en sus prendas, me tiene en puntas de pie, siento la fortaleza de sus brazos levantado toda mi humanidad y nuestros cuerpos semi fundidos en una amalgama de pasión y deseo, los primeros fluidos escapan de mi vagina y humedecen el calzón, esta primera mojada es deliciosa, exalta aún mas la incipiente lujuria que ahora desencadeno sin freno, se despiertan mis demonios y fecundo una definida intención, la de entregarme sin reparo ni limite, temor o restricción, profiero un prolongado suspiro que todos sienten con nitidez. Con el rabo del ojo observo a Jorge, tiene una franca como enorme sonrisa dibujada en su cara, me regala una tierna mirada mientras la charapa danza y gira frente a él, ella juguetea, ejecuta un baile cargado de sensualidad simulando el acto copulatorio que tiene feliz a mi viejo y muy atentas a las parejas que recién llegaron a la barra.

Mi excitación es tan grande que me armo de valor e intento asumir un rol activo, con cierto esfuerzo y otros excitantes roces acerco mi boca a su oreja, le digo que quiero conocer el salón de relax que deseo estar sola con él, con una deliciosa sonrisa sella mis labios con los suyos, aprovecho para desbocar el frenesí que fulmina mi cerebro y abro con amplitud la boca al mismo tiempo que deslizo con descarada lascividad mi lengua hacia la suya, me concede unos segundos de dominación pero luego interrumpe, quiere avisar a Jorge y a su mujer nuestra intención, estoy tan caliente que apenas termina de decirlo me dirijo hacia Jorge y lo hago yo, viejo, dame media hora sola, sigo caminando. Click (como Tula).

Estoy tan ofuscada que mi ocasional hombre debe retener mis ímpetus, me alcanza y lleva hacia una puerta que muestra un número dos, me toma del hombro mientras yo ajusto y envuelvo su cintura con los brazos, al entrar enciende la luz azul de la puerta y toda la habitación adquiere un azulado viso que brinda una etérea y mágica sensación, casi no veo, la arrechura me tiene perturbada, lo que si puedo reconocer son dos grandes camas tamaño King size a cada lado, apenas ingresamos me carga con una facilidad que eleva mi excitación a niveles irreconocibles, un sopor invade mi cuerpo y nuevamente, una segunda descarga de fluidos invade mi vulva, esta vez me laxa tanto que asumo una postura pasiva, me dejo llevar, él me recuesta sobre una de las camas y empieza a retirarme la ropa, con delicada gentileza, cuidadosa habilidad y afrodisíaco talento va retirando prenda por prenda.

Empieza retirando el calzado de cada pie, lo hace con dulzura y ligereza, mientras lo hace llena de besos, de caricias cada extremidad, del empeine al muslo, la punta de cada dedo, el talón, la pantorrilla y rodilla, acaricia, huele, besa o roza con sus mejillas cada parte hasta el muslo; meloso, cariñoso o goloso, ardiente, febril y lasciva, la simbiosis sexual que estamos creando es asombrosa. Similar gestión realiza cuando retira la mini y la blusa, al soltar la trenza o retirar el hilo dental. Yo estoy como drogada y él, en total dominio de la situación; eso si, noto que su respiración denota una evidente excitación, me repongo y le digo desde mi posición, te gusto , él con una amplia sonrisa me observa, se acerca, recorre con sus manos todo mi cuerpo, sube y regresa, gira mi cuerpo, lo aprieta o fricciona, la piel, mis pezones, la zona púbica y el rostro, nuevamente me escarapelo, tiemblo de placer y zas, riego una vez mas mis labios genitales, luego con profunda emoción y ternura besa mi boca diciendo, eres una diosa de mente apasionada y cuerpo de pecado.

Me pide observarlo, le toma un par de minutos quitarse la ropa, lo hace con expresividad musical, estilo, ritmo, cadencia y por supuesto algo de obscenidad, yo disfruto mirando, me derrito de placer, al final cuando retira su slip aparece un robusto pene, largo y erecto, apunta hacia el techo, lo adorna una frondosa cresta de vellos rulos, quiero tenerlo cerca, besar y lamer desde su glande hasta el escroto, tragarlo, escupir, chupar o morder si se me antoja, pienso que será todo mío, por mi cerebro discurren todas estas ideas en fracciones de segundo, cuando intento expresar mis sensaciones la voz me delata, balbuceo con torpeza, sale un gemido gutural y atropellado por una entrecortada respiración que me aturde y genera una amplia sonrisa en el rostro de este macho.

Estando ambos desnudos se recuesta al filo de la cama, pide esté relajada, que él me va a atender, hacer sentir placeres desconocidos para mi, lo que no capta es que ya estoy fuera de mis cabales y gozando en extremo. Empieza entonces una increíble demostración de su talento, experiencia amatoria, conocimiento y control de las sensaciones femeninas, como exaltarlas hasta niveles de locura; atiende mi vagina con sus manos, boca, lengua y dedos; soplidos, succiones, lamidas y mordidas, me hace vibrar, mordisquearme los dedos, estirarme o arañar el colchón, retorcer y quebrar mi cintura hasta sentir el estiramiento muscular en mi cerebro, su gestión de placer también incluye mi ano, ese dulce huequito que solo ha sido atendido y disfrutado por mi viejo pero que hoy sin reparos ya lo entregue a este hombre, cada lenguazo por el ojete le acompaña una húmeda penetración con su dedo, estoy saturada de sexo y placer pero quiero mas, parece irreal. Recorre mi cuerpo, atiende cada orificio, lengüetea mis oídos, las fosas nasales o mi boca; una dedicación especial a mis senos, con las yemas de sus dedos los roza o arrulla, luego aprieta, estruja y estira pellizcando los pezones, alucino, fantaseo, me sigo mojando. La superlativa lengua que domina esta parte de la relación es prodigiosa, yo estoy como un trapo mojado he tenido dos orgasmos múltiples en los últimos cinco minutos, algo que nunca me pasó ni pensé que alguna vez sentiría. Aún no he tocado su pene ni él ha intentado penetrarme, parece que lo tuviera reservado para mas adelante.

Emite un agudo silbido y en escasos segundo ingresan la charapa con mi viejo, van directamente hacia la otra cama, al oído mi hombre empieza a explicar que pasará, como acostumbran ellos atender a novatos que fraternizan, cuando realmente existe química, con gente de mente abierta y con una real intención de aprender, gozar y participar. Dice que lo hecho con él es la primera de cuatro fases, la segunda es de vouyerismo, nosotros como protagonistas y ellos como actores, seremos testigos de la faena que la charapa va a desarrollar con mi viejo, según él aprenderé las artes y técnicas sexuales de las mujeres de la región amazónica, que hará gozar y delirar a mi marido como nunca vi o lo sentí, al principio me pareció un poco pretenciosa su labia pero los hechos me demostraron las increíbles capacidades de esta singular pareja. La curiosidad me hizo preguntar cuales eran la tercera y cuarta fase aunque ya especulaba que la siguiente me tocaría una sesión particular con la charapa mientras ellos observan y al final una gran reunión de todos, no me equivoqué, hubo Gangbang, bukkake y doble penetración; bondage y sumisión, lo que nuestros cuerpos, arrechura y disposición permitieron. De más esta decirles que nunca olvidaremos esta noche.

2 comments:

CalidaSirena said...

Es que esa velada es como para no olvidar...madre mía, que intensidad, que calor....
Besos cálidos
Gracias por linkearme, yo haré lo mismo

Anonymous said...

que buen relato
y que buena experiencia!
como para no olvidar!
felicitaciones
saludos